La berenjena (por Eduardo Galeano)
Instrucciones para triunfar en el oficio.
Hace mil años, dijo el sultán de Persia:
— Qué rica.
Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con jengibre y hierbas del Nilo.
Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho hace milagros, porque para las proezas del amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.
Un par de bocados después, el sultán dijo:
— Qué porquería.
Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión, llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo del delirio y la locura.
Un insidioso, de esos que nunca faltan, comentó:
— Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al Infierno.
Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en su lugar:
— Yo soy cortesano del sultán. No soy cortesano de la berenjena.
Hace mil años, dijo el sultán de Persia:
— Qué rica.
Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con jengibre y hierbas del Nilo.
Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho hace milagros, porque para las proezas del amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.
Un par de bocados después, el sultán dijo:
— Qué porquería.
Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión, llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo del delirio y la locura.
Un insidioso, de esos que nunca faltan, comentó:
— Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al Infierno.
Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en su lugar:
— Yo soy cortesano del sultán. No soy cortesano de la berenjena.
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